jueves, 19 de mayo de 2016

           Running


¿A dónde voy? ¿A dónde me llevan mis recuerdos? ¿A dónde quieren mis anhelos que vaya? Si sigo atrapada en el mismo lugar y nunca vinieron a buscarme, no sé a dónde pretenden que corra.
Porque correr hacia un lugar incierto es otra forma de huir, ¿no? Y correr sin mirar atrás no es más que ser valiente para sufrir. Pero si no corro, si camino, igual se siente como si estuviera escapando. Y nunca se de qué escapo; porque a mí nadie me persigue.
No sé a qué tiempos mejores puedo dirigirme, si todo el que busca caminos acaba perdido. Si dicen que el cobarde huye no sé qué hace el valiente. Porque si el valiente se queda a enfrentar a su oscuridad, ¿en qué momento se mueve? ¿Avanza acaso, mientras está parado luchando?
Si estuve toda la vida equivocada, entonces no es cuestión de ir a ningún lado. Será cuestión de seguir peleando y que el camino nunca cambie. Será cuestión quizá de que no importa el dónde sino cuánto luchamos. Y quizá no hay lugar al que ir más que en el que estamos.

Porque dicen que los demonios nos acompañan a todos lados. 

lunes, 5 de octubre de 2015

          Memento mori


Es en ese momento; efímero imperceptible, escurridizo olvidable, cuando de repente cae una lágrima hirviente. Es ese momento impredecible que a cualquier hora pero no en cualquier lugar toma forma. Y todo en mi ser se revuelve, danza brinca, corre y grita. Y ahí no sé por qué se me derrite la mirada y se me seca el alma.
Sé sin embargo que es glorioso, ese momento. Porque no sólo son mis ojos los que se empañan, lo hacen también los panoramas, los puntos de vista, los instantes. Porque esa neblina me cuenta que a veces el dolor te salva. Que a veces una lágrima, para quien no sabe llorar, es una segunda oportunidad.
Después, cuando la lágrima se pierde en suelos hostiles y todo se desempaña, me olvido. De que puedo sentir algo y de que ese algo puede no ser dolor aunque ignorante le siga llamando así. El momento se va, entonces, y me quedo sola; de nuevo, hasta la próxima.

miércoles, 29 de julio de 2015

           Elegy Pt ii


Rómpeme el corazón. Destrózame el alma. Arranca de mí todos mis sueños y enséñame a soñar como tú quieres. Párteme la confianza en trozos pequeños y sigue dándome palabras que no vas a cumplir.
No cambies nunca. Quédate así, cobarde y mentirosa. Falsa y traidora. Continúa fallándome, así puedo recordar mejor por qué te odio. Sigue siendo la misma, que eso me ayuda a hundirme más.
Por favor, mantén esta vida tan asquerosa que llevas. No dejes nunca de pensar sólo en ti. Vive de los momentos y abraza tu forma de pensar. Por favor, ama a tus demonios para siempre y que siempre te acompañe tu soledad.
Te pido que pidas compañerismo, que pidas lealtad. Te pido que te mantengas firme en tus ideales baratos, que no aceptes jamás menos de lo que crees merecer. Y te pido, mamá, que no enmiendes tus errores nunca.
[…]
Así me sentiré mejor por detestar a la persona que me dio la vida, así me consolaré más fácil por no tener con quién contar. Así recordaré que me cegué ante la necesidad de una figura protectora y que no vi que puedo protegerme bien sola.
Aceptaré estas lágrimas si es que las lloro por un buen motivo. Aceptaré esta oscuridad asfixiante si sé que no entré en ella por voluntad propia. Aceptaré esta soledad si entiendo que estar sola no fue mi elección.
Entenderé mejor mi desconfianza al mundo si sigues rompiendo promesas. Comprenderé del todo mis miedos al dolor si la única persona que no debe lastimarme lo hace. Abrazaré con más ganas las desilusiones si me quiebras algunos sueños.

Ámate, madre, ámate con fuerzas. Serás la única que lo haga.

viernes, 19 de junio de 2015

              ¿Quién?


¿A quién buscas, en la misma nada de tu oscuridad? ¿A quién amas, en el pozo oscuro de tu soledad? ¿A quién esperas, en el vacío solitario de tu tempestad?
¿Qué mano es la que anhelas con tanto fuego entre tus manos? ¿En qué ojos estás buscando hipnotizarte tan desesperadamente? ¿Qué sonrisa es la que te quita el sueño y que aún no soñaste? ¿De quién será ese rostro que no conoces pero añoras tanto?
Dime, dime algo. Dame una pista, corazón bastardo. Quién es él, que te hace llorar así, dime. Por qué es tan especial que hay que esperarlo para siempre, quiero saber. Qué tan grande puede ser su cariño que vives creyendo que te salvará de todo, me pregunto.
Y lates por él y te derrites y explotas de dolor, y yo no conozco ni su nombre ni su amor. Y anhelas, buscas y rebuscas, y yo no entiendo a quién estoy esperando.
Una señal, un poco de compasión; ayúdame a encontrar eso que necesitas tanto. Deja de ansiar y dime al menos dónde está. Porque me estoy muriendo contigo y ésta espera a mí también me está matando. Cuéntame de él y correré a buscarlo.
Yo sé que no te importa si sus ojos son azules o marrones, pero si al menos supiera qué tan brillantes deben ser o cuán hondo me harán caer los miraría. Si sonríe mucho o poco seguro te da igual, pero dime qué tan ciega me dejará su sonrisa y lucharé por ella.
Deja de callarte en tu agonía y ayúdame; a mirar mejor, a cambiar de aires y buscar en otros lados. Deja de deshidratarte un rato y arrástrame si es necesario, pero llévame con él si tanto lo quieres. Deja de esperarlo y acompáñame a encontrarlo.
Pero por favor, por favor, no sigas latiendo así, débil y expectante. No sigas intentando ilusionarme con espejismos y odiándote por lograrlo. Por favor, no mueras de amor, corazón solitario. Amemos a morir, si lo prefieres, pero amémoslo a él.
A ese que sin aún existir, ya nos va matando.

viernes, 29 de mayo de 2015

           |Estigma|


  Guardo entre recuerdos viejos una foto tuya de aquellos días. Guardo tus sonrisas en alguna caja de mi corazón. Aún conservo ciertos besos entre ciertas páginas de nuestro amor. Llevo en mi cartera tantas charlas que cargarla cuesta.
  Me odio, no por lo que soy, sino por todo eso tuyo que llevo en mí. Me asustan las mil cicatrices que me dibujaste. Me consumen los miedos infantiles que me dejaste. Me acomplejan las marcas mentales que me creaste.
  Soy todo tú, en cada parte de mí. Y me pregunto qué persona es tan valiente como para arriesgarse a amarme luego de verte en cada uno de mis rincones. Y entiendo entonces que no hay persona en la tierra capaz de enfrentarse a mis demonios.
  Llevo, aunque no quiero, este amor como una cruz, como un estigma. Cargo con pecados que no cometí y con crimines inimputables. Arrastro día a día las cadenas de una tragedia sin sentido. Y no entiendo por qué esta condena es sólo para mí.
  No me diste nada, en realidad. Nada nuevo, nada intenso, nada distinto. Me diste lo que cualquiera podría darme, lo que de otro nunca llegaría a conformarme. Pero por algún motivo, por algún juego morboso del destino, para mí me lo diste todo.
  Para mí, me diste tanto que llevo media vida viviendo a base de ello. Para mí, es tanto lo que me diste que probablemente nunca llegue a superarlo. Y viviré así, supongo; suspirando por recuerdos amarillentos, añorando épocas mejores, esperando cada día que esa mano que golpea a mi puerta sea la tuya.
  Para que todo vuelva a empezar.

sábado, 2 de mayo de 2015

         La niña abandonada


  La niña abandonada. Sola, solita. Luce como una bella canción en aquél cuarto solitario; tocada con todas las notas equivocadas y un compás muy rápido. Sin voz, en instrumental. Sola, solita. Presionando las teclas, blanco y negro, blanco y negro, de su alma.
  La niña abandonada. Bailando en la oscuridad, temblando. Ahí donde nadie ve el hermoso vals de sus lágrimas. Donde el espejo no le dice que se mueva más lento. Pero lo hace, se detiene. Sola, solita. Porque esa siempre fue una pieza para dos.
  La niña abandonada. Guarda los poemas más tristes en su mirada. Y escribe rápido, rápido; al son de una soledad sin nombre. Rasga, borra y vuelve a escribir. Para darle sentido a algunos silencios. Manchando todo de tinta. Negro, negro. Sobre blanco.
  La niña abandonada esconde baladas maravillosas en el fondo de su garganta. No canta, nunca. Porque la música se hizo para ser escuchada. Y en ese cuarto vacío la acústica es muy mala.
  Tiene unos ojos grandes, que ven al mundo en cuántos tonos de grises pueden. Que brillan siempre, porque siempre llueve. En la misma ventana, la niña abandonada lo sabe. Mira y espera, espera resignada.
  Y le vibran las manos, se rebelan sus dedos. Golpean, teclean, danzan; en una melodía que ni Mozart lograría entender. Se mueven, huyen y vuelven. Trazando pentagramas para los ojos de nadie. Porque la niña abandonada tiene que dedicarse siempre sus mejores obras. Y qué arte es arte si nadie lo ve.
  La niña abandonada. Sola, solita. Ha construido un mundo nuevo donde ser feliz, o no serlo. Ha inventado reglas que ni ella cumple y colgado sueños en aviones de papel. Si es la reina de ese mundo no lo sabe, ni le importa. Ella quiere que un oído gentil escuche el dolor de sus teclas. Blanco y negro, blanco y negro, como su alma.

sábado, 18 de abril de 2015

           The one...


  Nunca la elegida. Dejada siempre de lado por motivos conocidos, por razones que me interesa poco cambiar. Opción para pocas ocasiones; no las que me gustaría. El último recurso de algunas mentes desesperadas, de corazones ocupados. La mano que te sostiene… y la que nunca sostendrás.
  Me he moldeado para ser el tipo de persona que me gusta admirar, para ser quien me enorgullezca y me deje sin culpas a mitad de la noche. No para ser perfecta, ni para nadie más. Y sin embargo y aunque no me moleste, dicen los registros que este molde no es muy popular. Que sirve para ser admirado, envidiado, odiado y querido quizás. Pero no amado. No elegido.
  No soy aquella persona por la que él corre bajo la lluvia con el corazón palpitando de miedo a perderla. Ni la que lo hace desvelar sus madrugadas releyendo conversaciones sin sentido.
  Soy la que le ayuda a encontrar a esa persona. Siempre. Y estoy cansada.
  Cansada de escuchar las penas y los temores de aquellos corazones que alguna vez quise poseer. Cansada de suspirar nombres que cuando se desahogan se olvidan de mi nombre. Cansada de curar las heridas de quienes terminan hiriéndome.
  De ser no la segunda opción, sino la opción que nadie elige.
  “Amo tu inocencia. Amo tu sinceridad. Amo tu amistad”, las mismas frases en diferentes labios. “Pero no te amo a ti” se olvidan siempre de decir. Aunque no es necesario, porque yo ya lo sé.
  Ya sé que amas la sonrisa de alguien más. Ya sé que sus palabras suenan más bellas, aunque las diga en el mismo orden que yo. Ya sé que sus gustos la hacen más interesante a pesar de que son los mismos gustos que compartimos tú y yo.
  Lo sé, porque la miras como nunca me has mirado a mí. Porque le agradeces haberte salvado de tu mugrosa oscuridad. Y yo jamás te digo que la mano que tanteó la tuya en esa oscuridad fue la mía. Porque sé que igual desearías que hubiera sido la suya.
  Pero no me elijas, ya no. Es que al fin entiendo por qué nunca soy la elegida. Y agradezco entonces no serlo.
  Elige y tiene opciones quien no sabe lo que quiere. Busca en una paleta de colores el que quería pintar de blanco su habitación y luego creyó que de rojo quedaría mejor. O verde, quizá.
  Y yo ahora sé que estoy destinada a aquél que camine fijo y con decisión a un solo color. A ese que imaginó su vida entera una habitación de cierto color pastel y recorrió el mundo buscándolo. Ni un tono más ni un contraste menos.
  Y ahí, en ese momento, no seré elegida.
  Seré encontrada.